El Fin De La Inocencia 2.0

De más está resaltar, en esta era post Snowden, el poder de la tecnología como herramienta política.

Cada decisión de diseño, cada línea de código, constituye una expresión filosófica. Todo producto, plasma la manera de ver de su autor a la vez que condiciona la manera de hacer de sus usuarios.

Hoy, la pesadilla en la que aparecemos en calzones a la vista de todo el mundo se volvió realidad en la Web. El sentimiento masivo de ultraje es unánime y la indignación nos invade. Da la sensación de que estamos ante el fin de la inocencia 2.0. Y buena parte de las causas, tienen que ver con el diseño.

Las reacciones, por estos días, parecen oscilar entre un cinismo resignado y una criptorragia desesperada. En los ámbitos mas geek, surgen toneladas de resúmenes y artículos de divulgación como una campaña masiva y espontánea para despertar usuarios. Nos encontramos, todavía, estupefactos por el nivel de perversidad de quienes nos observan y nos urge alertar a los demás para, al menos, detener el daño. Es la reacción natural y solidaria de quienes estamos un poco más metidos en el tema, pero éste es sólo un comienzo.

Sin dudas, todo este asunto desató una crisis, que como toda crisis, conlleva también una oportunidad. Por un lado, se evidencia en las decisiones políticas de varios países, que el efecto PRISM puso al software libre en una posición que nos hubiera llevado años alcanzar a pura militancia. Por el otro, nos invita a reflexionar y hacer un balance del camino que nos trajo hasta aquí. Creo que, si capitalizamos ambos aspectos, el resultado puede ser tanto o más revolucionario que el mismísimo software libre.

Como decía más arriba, la situación actual tiene que ver con el diseño y por lo tanto, con los diseñadores. En las últimas décadas, vivimos un proceso de endiosamiento de sillicon valley y de los personajes que lo componen. Tanto la prensa como el prestigio de las universidades que fabrican estos personajes nos invitaron a aliñarnos detrás de sus visiones y sus start ups. Les permitimos que marcaran el rumbo, que diseñaran el futuro. Y ese fue, a mi criterio, nuestro mayor error.

La sorpresa y la indignación que hoy nos invaden, no se deben al descubrimiento de que la NSA es un ente perverso, lo que realmente duele es haber caído en la trampa de una Internet que parece diseñada a su medida.

Las redes sociales, la nube, el sistema de DNS… Todo parece conspirar y nos traiciona. Acaso podíamos esperar otra cosa de un futuro diseñado por jóvenes empresarios de elite? Si cada línea de código es política. Queremos que la escriban un puñado de malcriados exitistas motivados por el lucro? Estoy convencido de que en estas preguntas reside la clave de un cambio profundo. De que la decepción nos da la oportunidad de elegir quienes diseñarán el futuro esta vez. Un futuro que responda a la visión, las necesidades y los intereses del resto de la humanidad. Un futuro popular, cooperativo y solidario.

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